La soledad en la tercera edad es un enemigo del bienestar de las personas mayores; la calidad de vida solo implica un buen estado físico, sino también emocional. la sociedad y el modelo de familia han cambiado en los últimos tiempos.

Las principales necesidades emocionales de las personas mayores acostumbran a ser la necesidad de estima y reconocimiento. Sentir que forman parte de la sociedad y de su entorno cercano. Rodearse de gente más joven pude ser una estrategia edificante para mejorar su estado de ánimo; la convivencia con personas de edades diversas aporta formas y experiencias de vida diferentes a las vividas por ellas.

La soledad también puede aparecer a partir de los miedos e inseguridades o enfermedades crónicas que hace disminuir su calidad de vida o impiden su desarrollo pleno. La jubilación y el cambio que comporta la falta de actividad profesional, la ausencia de la relación que se mantiene con los compañeros de trabajo, son aspectos que contribuyen a un estado de fragilidad emocional.

Combatir la soledad en la tercera edad parte del compromiso de no dejarse llevar por una inercia de abandono que comporte consecuencias negativas para nuestro estado físico y mental.

Proponerse planes semanales en los que se contemplen contactos o actividades con hijos, familiares o amigos, el mantenimiento de la actividad física o mental mediante alguna actividad deportiva o cursos que desarrollen nuestras capacidades mentales o actividades de voluntariado, pueden ser una buena solución para paliar la soledad.

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